Por Unidad de Comunicación Institucional FCE UNLP

"Para las clases virtuales el futuro parece prometedor" - Entrevista a Joaquín Coleff

 

¿Cómo se modificó la transmisión de saberes a los alumnos teniendo en cuenta la virtualidad imperante?

- La virtualidad repentina y obligatoria fue un shock para toda la sociedad. Tuvo un impacto muy significativo en muchas dimensiones de la vida e, indefectiblemente, también en la transmisión de saberes. En el caso de nuestra Cátedra de Introducción, tuvimos una adaptación satisfactoria.

En relación a la Cátedra A de Introducción a la Economía y Estructura Económica Argentina tuvimos una actuación rápida. Como la Cátedra venía implementando material on-line desde hace algunos años, veníamos con entrenamiento y costumbre de actuar y permitir adaptarnos a la modalidad on-line. Sin embargo, el nuevo diseño implicaba adaptar la organización del curso para mantener las actividades programadas, y poner mucho tiempo y esfuerzo semana tras semana en tiempo real. Por suerte, el gran esfuerzo de todos los profesores y ayudantes de la Cátedra permitió que nos adaptáramos bien a la nueva situación. También, tuvimos apoyo de la facultad y el DETISE para disponer de infraestructura que soporte la conectividad, sin la cual todo el esfuerzo hubiese sido en vano.

Por otro lado, los estudiantes también se adaptaron a la nueva modalidad, hasta quizás mejor de lo esperado.El cimbronazo de la pandemia nos afectó a todos y la incertidumbre inicial se filtraba en todos los ámbitos, por lo que estábamos ansiosos por ver la respuesta de los estudiantes. Si bien las primeras dos semanas fue un poco caótico, luego convergimos a la dinámica propuesta en el curso y los estudiantes entendieron que la materia seguía el mismo cronograma planeado en el inicio del curso.

Finalmente, una vez que veíamos a una parte importante de los estudiantes activos, queríamos ver si esto se mantenía y si los resultados finales eran satisfactorios, tanto en participación como en desempeño. Luego de finalizado el semestre, hemos analizado el desempeño del curso y hemos observado una menor deserción y más aprobados que el mismo curso del año anterior. Con lo cual, en términos académicos podemos decir que hasta algunas dimensiones parecen haber mejorado.

 

En el marco de la asignatura que usted dicta ¿qué puede destacar del rendimiento académico de los estudiantes en el contexto de clases a distancia? ¿Considera que esta metodología modificó el compromiso de los alumnos con el desarrollo curricular?

- Es un poco prematuro para poder hacer afirmaciones contundentes. Todavía estamos analizando las estadísticas y comparándolas con otros años, algo que no pudimos hacer antes por el desgaste que venimos teniendo desde el comienzo de la cuarentena. Todo parece indicar que este año hemos tenido resultados alentadores y mejores en algunas dimensiones que en otros años.

Por ejemplo, hay una mayor proporción de estudiantes que han aprobado la materia en el curso 2020 respecto del curso 2019. Para poner en magnitudes, en el 2020 observamos que alrededor del 60% de los estudiantes que iniciaron actividades aprobó la cursada o promocionó la asignatura, en comparación con el 50% de los estudiantes en el 2019.

Lo que hemos notado, es que el contexto y la disponibilidad de material ha permitido que los estudiantes se mantengan vinculados con la materia. Por ejemplo, en el curso 2020 tenemos menos deserción que en el curso 2019. Como en la Cátedra hacemos una evaluación permanente de los estudiantes, hemos podido observar la participación de los estudiantes en actividades con frecuencia semanal. Hasta la semana 5 de clases, la deserción semanal en 2019 y 2020 es idéntica, pero luego, empieza a abrirse una brecha, siendo menor la deserción en el curso 2020.

Respecto, de las calificaciones, no vemos una diferencia en las notas promedio entre el curso 2019 y 2020. Esto lo comprobamos con las notas correspondientes tanto para la primera parte, segunda parte, y nota definitiva del curso. Por ende, no observamos una caída en el desempeño de los estudiantes de forma interanual.

Una dimensión que nos preocupaba mucho era el impacto diferenciado por nivel socioeconómico de los estudiantes. Cuando comparamos el desempeño por nivel socioeconómico de los estudiantes, aproximado por el máximo nivel educativo de sus padres, no encontramos un resultado diferencial. Es decir, que los efectos sobre el incremento de aprobados, y el mismo desempeño en las notas no fue distinto cuando se controla por nivel socioeconómico.

En conclusión, observamos más aprobados, que no hay caída en las calificaciones, y que no hay diferencias cuando se corrige por nivel socioeconómico. El aumento en el número de aprobados parece ser consecuencia, al menos en parte, de la mayor retención de estudiantes activos durante el curso. Sin embargo, es un poco prematuro para saber cuán significativos y extrapolables son estos resultados a otros ámbitos o circunstancias.

 

Teniendo en cuenta esta experiencia ¿qué futuro le augura a las clases virtuales en el proceso enseñanza-aprendizaje?

- Para las clases virtuales el futuro parece prometedor. Lo cierto es que las clases virtuales están en expansión, con una participación creciente en todo el mundo y nuestro país no parece estar exento de esta tendencia.

Algunas personas me han preguntado si puede desaparecer la educación superior con clases presenciales. Posiblemente el formato presencial ceda un poco su participación, pero no creo que las clases presenciales desaparezcan. Me inclino por vislumbrar una coexistencia de formatos presenciales y virtuales. Cada formato tendrá una mayor participación en aquellas asignaturas/disciplinas donde logre una ventaja comparativa para trasmitir el conocimiento. Esta coexistencia puede darse aún dentro de una misma asignatura o cátedra.

Independientemente de la oferta y del desarrollo pedagógico de las clases virtuales, el avance de las clases virtuales dependerá de la recepción de los estudiantes. Algunos estudiantes se sienten más cómodos con clases presenciales y otros ven más conveniente alguna versión de clase virtual.

Lo cierto es que estamos en una transición con espacio para que aumente la oferta de cursos virtuales. Dentro de la Cátedra A de Introducción (IEEEA), ofrecemos una comisión con un formato semi-presencial. Sin embargo, en una encuesta al final del curso, notamos que solo el 35% de los estudiantes encuestados sabía de la existencia de esta comisión semi-presencial. Por otro lado, la cuarentena obligó a que todos los estudiantes de la Cátedra pasen a un formato 100% virtual, generando una experiencia forzada de curso virtual. En este contexto, el 60% de los encuestados, respondió que este formato fue “mejor de lo que esperaba”. El desconocimiento y prejuicio (en su mayoría infundado) revela que hay gran potencial para que la demanda por formatos virtuales siga creciendo. De hecho, el 62% de los encuestados reveló que, si fuera posible, efectivamente elegiría cursar (al menos) una materia on-line en el siguiente semestre con el formato propuesto por nuestra cátedra.

También existe heterogeneidad entre los estudiantes. Algunos formatos de modalidad on-line pueden ofrecer una flexibilidad para algunos estudiantes que puede ser muy conveniente, como por ejemplo para aquellos estudiantes recursantes o que trabajan. De hecho, de los estudiantes encuestados que declaran trabajar, el 71% afirmó que volvería a tomar al menos un curso virtual con el formato propuesto por nuestra cátedra.

Lo cierto es que la coyuntura que atravesamos obligó a la mayor parte de los estudiantes y docentes a participar en algún tipo de experiencia virtual. Seguramente algunas experiencias han sido positivas y otras no tanto. También hace falta tiempo para que los involucrados reflexionen sobre las distintas experiencias y las compartan en sus entornos sociales.

En definitiva, estoy convencido de que la educación virtual tiene terreno para avanzar en el futuro. La coyuntura obligó a una experiencia masiva y dudo mucho que volvamos a foja cero cuando termine la cuarentena. Lo más probable es que muchos docentes se vuelquen a este formato y veamos distintas formas de cursos on-line.

 

Desde su rol ¿considera que la llamada “nueva normalidad” impactó en la instancia de evaluación de los alumnos?

- La instancia de evaluación virtual fue realmente la dimensión que más nos preocupó. Aquí tuvimos que enfrentar una situación totalmente nueva. En los diálogos con colegas corroboré que esta dimensión aparece como la más crítica para los docentes.

Aquí el desafío fue dual. Por un lado, la incertidumbre de tener que confiar en una dinámica de evaluación desconocida. Por otro lado, los estudiantes tenían que adaptarse a una forma de evaluación nueva. En el curso de Introducción no hemos tenido inconvenientes para llevar adelante las evaluaciones a los estudiantes. Sin embargo, jamás se hubiese conseguido sin el gran esfuerzo y profesionalismo de los docentes y ayudantes de la Cátedra, a los cuales agradezco constantemente el compromiso.

El esfuerzo tuvo su contrapartida positiva, ya que observamos una menor deserción luego del primer parcial. Es decir, que pudimos retener a más estudiantes durante la cursada y eso se plasmó en un mayor número de aprobados.

 

En líneas generales ¿Cómo imagina la educación pospandemia en nuestro país?

- Como comenté antes, imagino que muchos docentes aprovecharán el envión de la coyuntura para incorporar recursos virtuales en sus cursos. También imagino que muchos cursos tendrán sus versiones on-line o semipresencial. Esto iría acorde a las tendencias pre-pandemia.

De todas maneras, no imagino cuáles serán las versiones finales de los cursos virtuales. Creo que estamos en una etapa de transición, aprendiendo de las diferentes experiencias. No creo que todavía estemos en un modelo de educación virtual definitivo en la forma de trasmitir el conocimiento y evaluar el aprendizaje. Si bien, algunos pedagogos refieren a distintos modelos de cursos on-line, es prematuro ser concluyente que estos modelos sean los modelos definitivos.

También dependeremos de los recursos disponibles. Tanto de conectividad, como de fondos específicos para financiar algunas experiencias piloto. Muchos docentes tienen ideas, pero carecen del presupuesto para llevarlas a cabo. Imagino que también las instituciones van a destinar recursos para respaldar algunos ensayos. Será cuestión de esperar a que las diferentes experiencias revelen el alcance de los distintos formatos de cursos on-line.